Ningún madrileño ni turista de cualquier rincón del mundo recordara la iglesia de San Ginés, en la calle del Arenal, sin su pequeño apéndice de la librería de lance adosada a uno de sus muros. Un rincón entrañable en el pasadizo de san Ginés, un santuario de las letras y paraíso de coleccionistas y curiosos desde que fuese inaugurada a mediados del siglo XIX. Al lado, con la también centenaria y popular Chocolatería de San Ginés y el arco por el que se accede a la plazuela de San Ginés y a la calle de Coloreros, llamada así por los vendedores de pastillas para el teñido de tejidos, convierten el enclave en uno de los lugares mágicos de Madrid