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12     EL MOTÍN DE 1808

on José Antonio Fernández Calzuelas, quizá uno de los más ilustres criptanenses, ilustrado en época de Carlos III, miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País, que llegó a ser Capitán del Regimiento provincial de Milicias de Alcázar de San Juan, vivía en la desaparecida casa conocida como de “La Lerina”, en la calle que lleva su nombre, junto al Pósito. Su fortuna era enorme y dejó, al morir en 1799 sin descendientes directos, en un acto de filantropía sin igual, la cantidad de un millón y medio de reales para los pobres de Campo de Criptana. El hecho, extraordinario en sí, provoco sin embargo, por el tremendo monto de la herencia, los interminables trámites oficiales, la ineficacia o mala disposición de quienes tuvieron que hacer el reparto, las sospechas de desviaciones fraudulentas de fondos y también la dificultad de obrar con equidad, alteraciones sociales que pasamos a relatar.


Casa de Fernández Calzuelas
Puerta de la casa de Don José Antonio Fernández Calzuelas (casa de "La Lerina") trasladada a una de las fachadas
laterales del Pósito cuando fue restaurado en 1996 por la Escuela Taller


Casa de Fernández Calzuelas
Casa de Don José Antonio Fernández Calzuelas (casa de "La Lerina")

Los sucesos ocurrieron a finales de junio de 1808 y en lo meses siguientes: dos asesinatos, diversos incendios de cosechas y casas, ciento setenta y dos personas encausadas e intervención de fuerzas militares, son datos que nos hablan de la gravedad de la situación — con motín o asonada se llegó a asignar—, y todo coincidiendo con el inicio de la guerra de la Independencia contra Napoleón.

Pero el tumulto, más que con movimientos patrióticos e insurreccionales, tuvo mucho que ver con la precaria situación, casi calamitosa, de las gentes más humildes de la población, aunque el derrotero político del país fuera el pretexto.


Motín del 29 de junio de 1808

El 29 de junio, festividad de San Pedro, un número elevado de hombres y mujeres, armados de palos, garrotes, hoces y horcas, penetraron en la casa de doña María Ana Baíllo en la hoy calle de la Reina María Cristina — en el solar de ese edificio estuvo luego el cine Rampie—, destrozando todo lo que encontraron a su paso y en busca de su hijo don Gregorio de Silva, coronel y gobernador político y militar de Llerena (Badajoz), al que acusaban de cooperación con los franceses. Ambos, madre e hijo, fueron llevados a la cárcel y asesinados a golpes. Inmediatamente los amotinados se dirigieron al Alcalde Mayor, exigiéndole que redactara un documento en donde se explicitara que las muertes habían sido obra de todo el pueblo. Acudieron también representantes del Ayuntamiento, miembros del cabildo eclesiástico y de la comunidad de Carmelitas.


En la esquina de la calle de la Reina con la del Castillo estuvo el cine Rampie y antes la casa de doña María Ana Baillo
En la esquina de la calle Castillo con la de la Reina estuvo la casa de doña María Ana Baillo y luego el Cine Rampie

Otras casas fueron asaltadas violentamente en demanda de comida, y por la noche, a la entrada del pueblo, el correo procedente de Madridejos, en pesquisa de cartas a los asesinados o de oficio al Alcalde Mayor que los delatara de su entendimiento con los franceses.

Éstos fueron los hechos, pero, en el fondo, las reivindicaciones de los alborotadores estaban claras: además de ciertas demandas sociales y mejoras en el aprovechamiento de leña y distribución en arriendo del Monte Viejo, la liquidación con toda brevedad del caudal que en su testamento dejara a los pobres Fernández Calzuelas, junto con varias destituciones en la corporación municipal y en diversos cargos —algunos tuvieron que huir, amenazados de muerte— por la deplorable administración del legado, posible malversación y tardanza en el reparto. El asesinato de dos personas relevantes se realizó, sin duda, para amedrentar a las autoridades, que en condiciones normales no estarían dispuestas a hacer concesiones de ningún tipo.

El día 30, las llamadas gentes de orden o fuerzas vivas del pueblo salieron a la calle para tranquilizar los ánimos, y desde el balcón del Ayuntamiento se anunció que las peticiones serían atendidas. Indudablemente, se buscaba tiempo para poder controlar la situación.


Criptana. Principios siglo XX
La Plaza y la calle de la Virgen a principios del siglo XX en dos de las fotografías más antiguas de Criptana
¿Sería el pueblo muy distinto un siglo anterior, en el tiempo del famoso motín de 1808?

El mes de julio siguió con el forcejeo entre los sublevados y el poder constituido, que se vio obligado a conceder algunas de las reclamaciones. Por otra parte, la Junta de Pacificación creada al efecto fue tomando medidas cada vez más enérgicas para restablecer el orden.

El 2 de julio, sábado, después de haberse reunido gente en el campo, algunos quisieron por la noche llegar a la Plaza y acometer a la fuerza armada organizada ese día por la Junta para evitar desordenes. También se había solicitado la intervención del ejército y se hicieron las primeras detenciones. Las medidas continuaron con la prohibición de reuniones y el cierre de mesones y tabernas al anochecer, aconsejando asimismo que nadie merodeara por las calles después del toque de ánimas y que la gente volviera a su trabajo en el campo. Hubo escaramuzas, que se repitieron el domingo.

El día 6 se consideró que se había restablecido la normalidad, al tiempo que se instruía la causa contra los encarcelados.

Desde el día 5 acampaban ya en el pueblo las fuerzas solicitadas, dos partidas formadas por 18 hombres del Regimiento de Dragones de Lusitania al mando de dos sargentos.

Pero entre los días 22 y 25 volvieron los desórdenes con la quema de varias casas y la mies en alguna era. Fueron los últimos estertores de la rebelión. A finales de agosto pudo considerase lograda la pacificación, aunque los soldados no se reincorporaron al ejército hasta casi finalizado noviembre.


Garrote vil
Nemesia fue ejecutada con garrote vil y su mano derecha cortada y fijada en un palo en un camino de salida del pueblo

Veinte años pasaron para que se dictara sentencia a los encausados. En ella, además de algunos con sus casos sobreseídos y otros absueltos, fueron condenados 54, de los que 9 eran mujeres. Las penas oscilaron entre los 10 y 2 años de prisión, algunas con trabajos forzados. Se indicaba en el auto que la causa seguía para 9 personas, se supone que los cabecillas de la revuelta. Entre estos juicios pendientes estaba el de Nemesia López de Rodrigo, que fue condenada a muerte el 18 de diciembre de 1927 y ejecutada mediante garrote dos días después Su mano derecha fue cortada y enviada a Campo de Criptana para ser fijada en un palo en uno de los caminos de salida del pueblo. Se dicto bando anunciando la pena de muerte para quien rompiera, destrozara o quitara la mano y el palo. Pero tantas debieron ser las simpatías con los amotinados que primero desapareció el palo y luego el palo repuesto y la mano. Se desconoce lo que después ocurriera, aunque parece que hubo detenidos o sospechosos.