GRAFITIS

Grafiti es una palabra que genera confusión. A cualquier cosa pintada en una pared se la llama grafiti, incluso a cualquier imagen con estética urbana, independientemente de su soporte, se la llama grafiti (un rótulo, una decoración en un bar, una portada de un disco...). Y no son grafitis; son precisamente eso: letreros, decoraciones, murales, carátulas...
Ahora bien, un muro, monumento, vagón de metro o mobiliario urbano con textos abstractos y dibujos detrás de las cuales hay algo más que una consigna política, o que un mural bonito pintado tranquilamente a plena luz del día a la cara de los transeúntes o que el encargo del rótulo de un negocio o de la decoración de su puerta... y todo realizado espontáneamente y en la clandestinidad. Eso es un grafiti.
El "tagger" o grafitero no guarda respeto por la propiedad privada y asume la ilegalidad como parte del placer de pintar. Hace del grafiti parte de su modo de vida revolucionario y rebelde. Así, el "artista de la noche" va forjando su estilo, que lo identificará entre miles de grafiteros. Puede simplemente pintar su "tag" (firma), hacer una !"bomba" (letras estilizadas rellenas de color) o crear una "pieza" (figuras y letras combinadas).
El grafiti puro es una cuestión de civismo y un problema para las ciudades, que gastan grandes cantidades de dinero en eliminarlos
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