LOS CINES DE VERANO

El cinematógrafo llegó a Madrid al año siguiente de su presentación en París por los hermanos Lumiere. Fue el día de San Isidro de 1896, en el hotel Rusia, en la esquina de la Carrera de San Jerónimo con Ventura de la Vega. Inmediatamente aparecieron numerosos barracones de madera para la proyección de esas películas mudas de forma continuada. Y el primero, en 1899, lo hizo en la calle de Fuencarral, esquina a Sandoval. Luego, el proceso fue imparable.
Al principio, los hubo que nacieron con vocación exclusivamente veraniega, incluso con sillas extendidas en la misma calle, que así era Madrid entonces. De esta guisa los montaban en la plaza de Santa Bárbara, en la calle del General Álvarez de Castro y en Ríos Rosas, alguno con la particularidad de tener la pantalla en el centro y sillas a ambos lados. Los espectadores del lado bueno pagaban diez céntimos, y los que veían la película al revés, con todos los personajes zurdos, una perra chica
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