EL MAL FARIO DE LA CALLE SAINZ DE BARANDA

Por la calle Sainz de Baranda pasó uno de los más famosos asesinos de la España franquista: José María Jarabo (en la fotografía), hijo de buena familia, crápula, vividor, gigoló y sin escrúpulos. El drama empezó a fraguarse cuando una de sus amantes, una mujer casada de nacionalidad inglesa, le comenzó a apremiar para que le restituyese una valiosa joya regalo de su marido, y que Jarabo pronto llevó a la casa de empeños Jusfer, en la citada calle, para conseguir dinero para sus juergas. Como no disponía de dinero para hacerlo, se presento el 19 de julio de 1958 en casa de uno de los prestamistas, Emilio Fernández, creyendo que allí pudiera encontrarse la joya y una carta comprometedora que le obligaron a firmar. No fue así; la tragedia estaba servida: lo mata de un tiro en la nuca, a su esposa, que además estaba embarazada, y a la criada. Dos días después, desesperado, en la casa de empeño asesina al otro socio, Félix López Robledo. Apresado al poco tiempo, fue condenado a morir por garrote vil.
En enero de 1988, otro sobrecogimiento en la calle: se acababan de descubrir los cadáveres del ingeniero norteamericano William Gardner, jubilado de una empresa petrolífera, su esposa Amelia López y la sirvienta Benita Carretero. Los tres habían sido cosidos a cuchilladas con tal saña que alguna de las víctimas quedó clavada al parqué. Fueron detenidos la sobrina de la sirvienta, Angelines Carretero y su novio, Francisco Sánchez. Enganchados a la heroína, robaron joyas que pignoraron en una casa de empeños