EL HIPÓDROMO DE LA CASTELLANA

Al final de la Castellana de los años 30 del pasado siglo, actuando como un tapón que impedía su expansión, estaba el Hipódromo, que había sido inaugurado en 1878 con motivo de los esponsales de Alfonso XII con María de las Mercedes de Orleans. Fue construido por el ingeniero Francisco Boquerín y era ya el tercero, pues antes hubo uno en la Casa de Campo y otro en el paseo del Huevo (calle Almagro). Tenía, además de la tribuna en uno de los laterales del recorrido, otra popular en el exterior para los que no podían pagar la entrada, el “tendido de los sastres” en los Altos del Hipódromo, junto al hoy Museo de Ciencias Naturales. Fue un lugar de cita aristocrática. En los días de carreras, el desfile por la Castellana de fastuosos carruajes, conducidos por los propios caballeros, resultaba animado y pintoresco, incluso los “guardias de orden” obligaban a los coches ordinarios a circular en dos filas paralelas, mientras que en el centro del Paseo lo hacían los de postín. Las señoras elegantes, a su vez, aprovechaban la ocasión para lucir los trajes y los tocados más vistosos. El ensanche norte del paseo de la Castellana hizo que se cerrara, y finalmente se derribara en 1933. En su lugar se edificaron los Nuevos Ministerios
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