LA EXTRAÑA FUNDACIÓN DE LOS JERÓNIMOS

En 1460, en tiempos de Enrique IV, se celebró un torneo de justas junto a la hoy ermita de San Antonio de la Florida. Y quedó tan contento el rey, que ordenó se erigiese en aquel paraje un monasterio de monjes jerónimos, trasladado en 1503 por los Reyes Católicos a los altos del Prado, hoy en la actual calle de Ruiz de Alarcón y junto al Museo del Prado. De él sólo queda la iglesia. En el torneo compitió don Beltrán de la Cueva, valido del rey, de quien se dice estaba enamorada la bellísima reina Juana y a quien la maledicencia de las gentes atribuyó la paternidad de la desgraciada princesa Juana, llamada por ese motivo “La Beltraneja”. La hermanastra de Enrique IV, la futura Isabel La Católica, se aprovechó de ello y, tras cruenta guerra entre los partidarios de una y otra, usurpó la corona de Castilla en 1479