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21 EL JUEGO Y MI ABUELO DOMINGO. LOS CASINOS

l juego ha existido siempre en España. A finales de la Baja Edad Media se realizaba en mesones, tabernas y casas particulares.

En el siglo XV las poblaciones más importantes poseían ya tahurerías, generalmente mal vistas por los eclesiásticos, que veían en el juego el mal por excelencia.

La monarquía también se opuso, y con órdenes reales intentaron controlarlo y prohibirlo en algunos casos. Carlos I, el 24 de agosto de 1529, ordenaba desde Toledo: “Prohíban, imponiendo grandes penas, los grandes y excesivos juegos, y que ninguno juegue con dados, ni los tenga en su poder (...) y que nadie juegue a los naipes ni a otro juego más de 10 pesos en un día natural de 24 horas".


Jugando a las cartas

Las Cortes de Valladolid, en 1555, insistieron en que se procediera contra los que se entregaban al juego. Pero nada podía contenerlo, como lo demuestra el creciente comercio que adquirió la fabricación y venta de naipes.

Felipe III señalaba que el "mal del juego" se hallaba difundido en las más altas clases sociales, y que "algunos ministros togados, debiendo dar mejor ejemplo en sus acciones, y corregir y castigar excesos, los cometen y consienten, teniendo en sus casas tablajes públicos, con todo género de gente, donde día y noche se pierden y se aventuran honras y haciendas".

Más adelante, la monarquía acabó contribuyendo a la pasión del juego, promoviéndolo y fomentándolo, descubriendo en él una importante fuente de ingresos para sus arcas.

En el siglo XVII existían ya casas autorizadas, con licencia real, en las que había una serie de mesas conocidas como tablas de juego. Eran villas en el campo que se utilizaban como lugar de esparcimiento para la nobleza y la clase media alta, y uno de estos divertimentos eran los juegos de azar. Al pasar dichos locales a las ciudades o sus alrededores mantuvieron el nombre originario de casinos (en italiano, casas en el campo), que se utiliza en casi todas las lenguas occidentales.


Jugando a las cartas

Siempre existió un "tira y afloja" entre estos locales y los gobiernos de cada país, y mucho ha tenido que ver la religión y los totalitarismos con las prohibiciones, pues además de ser los causantes directos de muchas ruinas familiares en aquellos propensos psicológicamente a caer en una adicción al juego (ludopatía), se los asocia con el vicio y la depravación. Ya circulaban las leyendas de suicidios, pérdidas de fortunas, novias, esposas, todo por recuperarse del infortunio del naipe.

También se realizaba el juego, ya fuera del control gubernamental, en mesones, botillerías, posadas o casas particulares.

Fuera en uno u otros sitios, los dueños o administradores no admitían a tahúres pero sí a jugadores profesionales, que ya existían y hacían de las cartas su medio de subsistencia. La diferencia estaba en que los primeros hacían trampa y los segundos no. Los profesionales sin necesidad de trampear dejaban a los jugadores desplumados. Eran realmente gente que parecía haber nacido con cartas en las manos y con una percepción sobre el adversario increíble; esto los hacía superiores en el juego y el juego parecía no tener secreto para ellos.


Unos jugando y otros mirando

Pero entrado el siglo XX la conciencia reaccionaria y abolicionista fue poco a poco ganando adeptos y, el día 1 de noviembre de 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, se cerró el último casino de España, el Gran Casino, de San Sebastián. En Madrid y toda la zona centro, la prohibición del juego y cierre paulatino de garitos había comenzado dos años antes, quizás por el tono más bohemio y popular en que se desenvolvían entre nosotros los juegos de envite o azar. La orden supuso la supresión de unas 2.000 casas de juego en toda España.


Gran Casino de San Sebastián, actual Casa Consistorial
Gran Casino de San Sebastián, actual Casa Consistorial

Durante la Segunda República, a pesar de la prohibición, se quiso introducir un juego de ruleta eléctrica de marca "Stra-Perlo", nombre derivado de Strauss y Perlowitz, quienes eran sus promotores. Para ello sobornaron en 1934 a altos cargos del Gobierno, entre ellos Aurelio Lerroux, sobrino de Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical, en aquellas fechas en coalición con la CEDA de José María Gil-Robles.

El juego fue prohibido por la policía tras demostrarse que era fraudulento y el escándalo supuso el derrumbe del Partido Radical.

A partir ahí la palabra estraperlo ha quedado como sinónimo de chanchullo o negocio fraudulento, y por extensión se aplicó durante la posguerra al comercio ilegal (mercado negro) de los artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento.

Finalmente, en 1977, el Consejo de Ministros aprobaba un real decreto por el que se legalizaba de nuevo el juego en España.



Mi abuelo Domingo

Mi abuelo Domingo
Mi abuelo Domingo

Recuerdo siempre a mi abuelo paterno, Domingo Flores, El Chato Pelines —mote que hemos heredado—, en el comedor de su casa, sobre todo en invierno, sentado en la mesa camilla con el brasero de picón bajo las faldas, atento a echar zoquetes de madera en la estufa y leyendo el periódico —estaba suscrito al defenestrado Madrid— o en buenas migas con don Heraclio Fournier, baraja en la mano, solitario tras solitario. Tuvo sus negocios y sus cosas, pero lo de las cartas fue en tiempos su profesión y de ellas sacó su ganancia. Había una peña o sociedad que ponía el dinero y él lo jugaba y repartía beneficios. Lo hacía en los casinos, en Criptana y en otros sitios, e incluso iba por las ferias organizando timbas. En estos menesteres conoció a mi abuela Venancia en Villafranca, aunque ella era de Miguel Esteban. Aún conservamos una ruleta, cajas con barajas nuevas sin estrenar, fichas de pasta —algunas de muy buena calidad— para las apuestas y tapetes verdes para las mesas.


Mi abuelo Domingo
Mi abuelo Domingo, de joven, y algunas de sus barajas y fichas de casino


La ruleta de mi abuelo Domingo
La ruleta de mi abuelo Domingo

Cuando prohibieron el juego todo se vino abajo y sus negocios tuvieron que ir obligatoriamente por otros derroteros. Se fue a Madrid con toda la familia, allá por 1926, y abrió un despacho de vinos al por mayor con merendero y taberna más arriba de Cuatro Caminos, en Tetuán, entonces pueblo no anexionado a la capital. En Criptana ya había tenido otra taberna en la Plaza y mantenía una pequeña bodega. La casa de Madrid era nueva, de tres alturas, y hacía esquina a la ahora calle de Bravo Murillo, a unos cien metros del desaparecido Cuartel de la Remonta y muy cerca asimismo de la antigua plaza de toros de Tetuán. Ellos ocupaban un piso y el local con tres puertas en el bajo, con sótano, donde tenían seis tinajas para el vino. Más allá estaba el barrio de La Ventilla, lleno de traperos y chatarreros.

Pero no les fue bien y regresaron pronto a Criptana, vendiéndolo todo. Mi abuelo siguió con la bodega y otras cosas y también compraron una camioneta Chevrolet de cuatro ruedas, con radios de madera, matrícula AB 3296. Con ella se dedicaron a transportar pipas de vino por los pueblos de los alrededores, con mi padre al volante, ¡sin carné de conducir!, pues no tenía la edad. Fue así Valeriano Flores, mi padre, el primer transportista en el pueblo, y su camioncete no fue el primero si tenemos en cuenta un Hispano- Suiza que tenían en las bodegas Esteso, con ruedas macizas y transmisión por cadena, dedicado casi al trasiego local, pero esto es otra historia.


Transportes Domingo Flores



Los Casinos de Criptana

En Criptana se jugó siempre, en el Casino Primitivo, en el desaparecido de la Concordia (por mor de los nuevos aires políticos tras la Guerra Civil, Hogar del Productor) en la Peña-Casino de Cazadores de la calle del Cardenal Monescillo y en muchas timbas particulares. Y se siguió jugando a escondidas tras la prohibición y tras la guerra, que para eso tenían los casinos sus acogedores salones de juego. Todo el mundo sabía que junto a los que le daban al dominó, en buena vecindad otros de más altos vuelos se jugaban algo más que el café. Y además estaba la noche para que todo fuera más discreto.

Casino Primitivo

El Casino Primitivo es la segunda asociación cultural más antigua de Criptana después de la Banda Filarmónica Beethoven, creada ésta alrededor de 1850.

Se sabe que allá por el año 1855 existía un Círculo Recreativo, predecesor del Casino Primitivo, llamado "El Conservador" que fue instituido por D. Francisco Granero y auspiciado por D. Ramón Baíllo. El Sr. Granero compró a Dña. Carolina Salter unas habitaciones, aledañas al Círculo, para ensanchar el espacio de dicha asociación y así poder celebrar bailes de sociedad. El local del círculo estaba situado en la calle Convento. Unos años después, posiblemente en 1867, se fundaría el Casino Primitivo, por D. Francisco Granero, pero ya en otra ubicación. El lugar de la nueva sociedad se encontraba situado en la Plaza de la Constitución en unas sencillas casitas de planta baja lindantes con el Ayuntamiento, que el Sr. Granero renovó con un edificio de dos plantas. Contaba con biblioteca, diversos salones, repostería (en Criptana siempre se ha llamado así al servicio de cafetería, bar, comedor…) y sala de juegos. Celebraba con frecuencia bailes de sociedad, veladas musicales, banquetes, conciertos, recitales poéticos, exposiciones, conferencias, mítines políticos…, o discoteca, karaoke, campeonatos de ajedrez y catas de vinos en tiempos más actuales.


Casino Primitivo
Casino Primitivo antiguo junto al entonces Ayuntamiento

El Casino Primitivo fue desde su creación una institución fundamental en la sociedad criptanense. Importante fue el agasajo y concentración republicana de julio de 1891 en torno a Tomás Romero y Martín Toledano, una de las figuras más importantes del partido, que hacía por aquel entonces un periplo por diversas agrupaciones republicanas de La Mancha.

Otras noticias antiguas, como la de 1912, informan que su Junta de Gobierno, elegida democráticamente y en la que estaban representadas todas las fuerzas vivas de la localidad, la presidía Faustino López, indiano oriundo de Cantabria, que aquí se estableció y tenía bodega, panadería, tienda de tejidos en la calle de la Virgen y fue alcalde en 1923 y entre 1930 y 1931. Uno de los vocales era el boticario y músico Bernardo Gómez. O la de 1917, con la presidencia del veterinario Ángel Herreros.

El Carnaval siempre ha sido una de las fiestas más grandes y populares en Criptana. En tiempos anteriores a la Guerra Civil de 1936 se celebraba el domingo, lunes y martes anteriores al Miércoles de Ceniza. Tenía dos momentos: las máscaras callejeras por la tarde y los bailes de disfraces por la noche en el teatro Cervantes y en los Casinos Primitivo y de la Concordia, que incluían también la noche del sábado, sin cobrar entrada, para exhibir las decoraciones especiales para las galas y dar a conocer las orquestas. Venían de fuera y también actuaban algunas del pueblo, que se formaban posiblemente con miembros de la Filarmónica Beethoven especialmente para el caso, como la llamada Agrupación Musical El Progreso, dirigida por un tal Johan Vhichente Mhahnjavakalacas (el nombrecito era de chunga, propio de la guasa del carnaval). O la Cervantes formada en torno a Ángel Valero, que ya era primer sacristán y organista en la Parroquia.


Casino Primitivo
Otra imagen del antiguo Casino Primitivo y de la Iglesia Parroquial desaparecida en 1936


Casino Primitivo
Recreación idealizada del antiguo Casino Primitivo

Terminada la Guerra, ante el problema de tanto paro y miseria, el Casino Primitivo se habilitó para el Auxilio Social, una institución de inspiración nazi de la Sección Femenina de la Falange surgida en Valladolid en plena contienda para atender a los desamparados. Repartía comida y tenía comedor para niños, a la par que hacía propaganda franquista.

No hubo carnaval en esos tristes años, pero pronto resurgió de nuevo y con más fuera, y el Casino Primitivo fue escenario de grandes bailes de disfraces como también los otros sitios habituales. Fueron años de gloria Actuaron las mejores orquestas de música brasileña y caribeña tan propias del momento, todas con sus esculturales vedettes o explosivas mulatas para animar al personal. "Animadoras" se llamaban precisamente por aquellos años las vocalistas y bailarinas. Y en eso de dar ambiente carnavalero, no iban mucho a la zaga las orquestas locales, la Mambo y la Ritmo, de gran prestigio por la región.


Grandes orquestas
Orquesta Ritmo en 1952

Ahora todo esto se ha perdido. La fiesta, casi limitada al fin de semana, se inicia ya el viernes por la noche con la presentación de peñas y baile amenizado por renombradas orquestas… pero en el Auditorio.

En una fotografía antigua y muy deteriorada del Casino Primitivo, se vislumbra su magnífico salón en la planta baja, con profusión de molduras, techos muy altos, bellas lámparas, columnas de hierro fundido, grandes espejos y medallones con pinturas. Se adivinan paredes enteladas o recubiertas con papeles pintados. Las mesas son de hierro con tapa de mármol, las sillas de madera curvada tipo thonet, las butacas de mimbre, y hay un piano y grandes sofás.


Casino Primitivo
Antiguo salón del Casino Primitivo

Mis recuerdos de este casino son muy borrosos. Ya estaba muy modificado y cambiado por el paso de los años, sobre todo en la decoración. Estaba pintado en tonos verdosos; las puertas, de dos hojas y con cristales grabados al ácido; la barra del bar, en el fondo del salón, a la izquierda, comunicaba con la cocina, que a su vez tenía entrada por la calle Murcia; en el lado derecho, un estrado, creo que desmontable; la puerta de entrada, doble, metida hacia adentro para aislar del frío, con entradas por los laterales y por el centro sólo en casos especiales, y por la puerta del fondo del salón, con unos escalones previos para salvar la diferencia de altura con la entrada por la calle Murcia, se accedía a los servicios (también otros en el piso superior) y a la magnífica escalera de mármol con barandilla de hierro, que se bifurcaba en dos tramos, a derecha e izquierda, a partir de un rellano a media altura. En ese rellano lucía un tapiz, con apliques de luz a los lados, que era igual que uno que teníamos en casa de mis padres, primero en el comedor y luego también en la escalera, pero de menor dimensión, y que representaba una escena campestre.

En el piso de arriba, el salón de juego, con sillas, sofás y mesas similares al de abajo, y algunas especiales para juegos de cartas y póquer. También tenía barra de bar y dos muy buenas mesas de billar, en la que siempre había gente que era un espectáculo ver hacer carambolas. E incluso algunos, como Ramón Cacharra, el padre, tenían su propio taco en un expositor con tapa de cristal y llave.


Casino Primitivo
Exposición en el Casino Primitivo de dibujos de gran formato del pintor de Valdepeñas Gregorio Prieto, a la izquierda. A su lado,
el fotógrafo catalán, afincado en Ciudad Real, Eduardo Matos. Ambos está subidos a los peldaños del fondo del salón.
Otro personaje conocido es José María Mínguez El Flecha, en el centro de la fotografía

En el piso superior estaba también la amplia biblioteca, con una mesa grande, butacas, estanterías con libros y servicio de prensa diaria. Luego se convirtió en sala de TV. A principio de los años 60, la televisión volvió loco al personal, y el fútbol en especial causó furor, de tal manera que las gentes que no tenían el aparatito acudían a los de los vecinos, o a los bares y casinos, que habilitaron salones especiales como si de mini salas cinematográficas se tratara. Así ocurrió en Criptana, y hasta frente a los escaparates de las tiendas que los vendían, Ramírez, Panadero o Muebles Herencia, que los ponían en funcionamiento como reclamo ante las miradas embobadas de los que allí se concentraban. En la temporada 1960/61 el FC Barcelona perdía la final de la Copa de Europa con el Benfica en Berna, en un desgraciado encuentro, pero antes, en octavos de final, eliminó al Real Madrid (2-2 en Madrid y 2-1 en el Camp Nou). Este partido en Barcelona lo vi en el Casino Primitivo. Los del Madrid achacaron el empate al árbitro inglés, míster Ellis, cuando la verdad es que los "meamos", y a los pocos forofos del Barcelona que allí estábamos (Antonio Cedenilla, Andrés Esteso, José Vicente Escudero Chevi, los que luego serían mis cuñados, Amadeo y Pablo Osorio, y yo) a punto estuvieron de lincharnos.


Casino Primitivo
Salón de Televisión

El Casino Primitivo, independientemente de la Junta y del presidente de turno, siempre lo ha dirigido el que estuviera de repostero, y gloriosa fue la larga etapa de los Cabañero.

Eran los Cabañero de El Bonillo (Albacete), y el primero que vino al pueblo ante de la Guerra fue Sinesio (un hijo suyo, don Demetrio, fue veterinario). Luego se trajo a dos de sus hermanos más pequeños, Pepe y Luis. Fue el Casino con ellos una verdadera escuela de hostelería, y muchos allí aprendieron el oficio. Los calamares fritos los hacían insuperables, con un rebozado ligerísimo a base de muy poca harina con sifón, tiernos y crujientes a la vez, con un olor, color y sabor característicos, y que todos los bares de Criptana han imitado e imitan. Meterse en los cines de entonces y ver la película comiendo un bocadillo de calamares en aquellos panecillos que hacían entonces, redondos, era un placer "sólo reservado a los dioses".

La leche merengada y el masagrán (combinado muy frío de café con gaseosa y una rajita de limón) eran otras de sus especialidades, pero, sobre todo, entre los diversos platos de raciones, los callos, ¡sus famosos callos!, casi seguro que los mejores de toda España, gelatinosos, con mucha careta, manos de ternera y jamón. ¡Una gozada!


Casino Primitivo
Anuncio del casino Primitivo en 1948

Dejaron los Cabañero el Casino Primitivo en 1977, y Pepe y Luis abrieron en la calle Castillo, esquina a la del Convento, el Bar Castillo, que cariñosamente era llamado el "Bar de los Pepes" o el "Bar de los Abuelos", que luego pasó, muy reformado a un sobrino, Luisete, y unos años después a Manolo Sánchez-Manjavacas.

Por esos últimos años de los Cabañero en el Casino, también dos personajes importantes para que todo funcionara correctamente, el conserje Jacinto y el botones Jesús Quintanar.


Casino Primitivo
La Plaza y, al fondo, el Casino primitivo, Años 50

Al marcharse los Cabañero fueron contratados como reposteros la familia Hidalgo Ramírez, que luego pusieron el Bar-Restaurante Mirasol, frente al cementerio. No fue tampoco mala época. Creo que eran de Pedro Muñoz o de Socuéllamos.

Mientras tanto, el edificio estaba en tan malas condiciones por su antigüedad, no reuniendo las condiciones adecuadas, que la Junta no quiso oír las voces de algunos socios que optaban por una reparación a fondo, respetando su carácter histórico y volviendo a recomponer la antigua decoración dañada o desaparecida, aunque fuera la solución más cara, y se decidió por el derribo y la construcción de uno totalmente nuevo, que es el que existe. Ocurría esto en 1971, siendo presidente el maestro don Ángel Molina. El nuevo es muy similar en cuanto a distribución con el antiguo.


Casino Primitivo
El nuevo Casino Primitivo

La terraza del Casino Primitivo siempre fue la mejor de toda la Plaza, la más grande, libre totalmente de tráfico, con un amplio toldo en su día y la ideal para oír los conciertos de la Filarmónica Beethoven, cuando tocaba en el antiguo y desaparecido quiosco de hierro.


Casino Primitivo
La terraza del Casino Primitivo. Años 70

Mis dos Abuelos, Domingo y Antioco, mi padre Valeriano y mi hermano Valeriano, han sido socios del Casino Primitivo. Es más, mi padre fue presidente en los primeros años de los 80, coincidiendo con el boom de los bingos en España, y accedió a que se instalara uno en el sótano del nuevo edificio, un espacioso salón para celebraciones varias y discoteca. Funcionó durante algún tiempo el bingo, y supuso el saneamiento de las arcas del casino.

En el Primitivo también se hicieron cenas de gala y cotillón de Fin de año. Eran especialmente para matrimonios y muy caras. De novio, fui varias veces, pero solo al baile.


Casino Primitivo
Salón de actual Casino Primitivo


Casino Primitivo
Salón de juego del Casino Primitivo


Casino Primitivo
Bar del Casino Primitivo


Casino Primitivo
La terraza del Casino Primitivo

Pero, en la actualidad, la desaparición de los bailes y casi del "juego", las crisis diversas una tras otra, la existencia de muchos locales de diversión, el cambio total de comportamientos y costumbres y la falta de socios hacen que corran malos tiempos para este tipo de instituciones, tan ajenas a los intereses de gente joven que pudiera ser la nueva savia que las renovara y fortaleciera.

Se comenta que el Casino Primitivo ya no es el de antaño, que muchos de los buenos parroquianos que llenaban sus salones huyeron a otros sitios más acogedores. Sin duda que así fue; pero no caen en la cuenta de que muchos de ellos, por ley natural, reposan en los camposantos.

Casino de la Concordia

El Casino de la Concordia, en sus inicios Círculo de Bellas Artes y muy pronto Círculo de la Concordia, fue creado a finales del siglo XIX y tuvo su primera sede en la calle del Convento, frente a la Travesía, en una magnifica casa ya desaparecida que ha sido durante tiempo sede de la Funeraria y agencia de seguros Finisterre.

Estaba configurada alrededor de un gran patio central con montera y forjado entre sus dos plantas con bloques o pavés de vidrio, con lo que se conseguían dos salones con luz natural y algunas dependencias alrededor. Disponía de grandes ventanas y balcones a la calle y un bello mirador. La conozco bien, pues luego fue la vivienda de mi amigo Luis Pedro Perucho con su familia, aunque ellos hicieron alguna modificación para aumentar el número de habitaciones.


Casino de la Concordia
Frente a la Travesíá del Convento estuvo la sede del Círculo de Bellas Artes-la Concordia


Casino de la Concordia
Fotografía más actual de la desaparecida casa que fue sede del Círculo de Bellas Artes-la Concordia

Entonces no existía la Travesía del Convento, ocupada por dos capillas adosadas, una en primer término dedicada a la Virgen de los Dolores, otra a Santa Teresa, de gran tamaño, que tenía entrada por el testero derecho del crucero de la iglesia, y junto a la calle una pequeña plazoleta con jardincillo, cerrada desde 1872 con una verja, que se abría para instalar en el verano la terraza del Casino. En 1928, los Penalva se apoderaron de la llave de la verja, colocaron chapas de hierro para impedir las vistas, abrieron puerta en el muro de su casa por ese lado y dispusieron de los terrenos unilateralmente. Los interminables litigios terminaron en 1936 cuando el Ayuntamiento republicano cortó por lo sano y por decreto arrancó la verja, derribó las capillas y abrió la calle hasta la Tercia


Casino de la Concordia

Al igual que el Casino Primitivo, el Circulo de la Concordia era centro de solaz y esparcimiento y contaba con biblioteca, salones, repostería, billares y sala de juegos. Celebraba conferencias para difundir la cultura, veladas musicales, banquetes, reuniones, exposiciones y con frecuencia bailes de sociedad, aunque el destino a veces los frustró, como ocurrió en 1885, cuando el que iba a tener lugar para conseguir fondos de ayuda a los damnificados por un terremoto en Andalucía fue suspendido por desacuerdos con el alcalde entonces, don Miguel Molero, que pretendía llevar él mismo el dinero recaudado para sacar provecho político del tema. La "alcaldada" saltó a la prensa nacional e incluso salpicó al Gobierno, interpelado en el Congreso de los Diputados por el comportamiento del susodicho alcalde.

En 1919, siendo presidente don Eduardo Cueto, era tal el auge económico del Círculo, que se pensó construir uno nuevo en la calle de Santa Ana, frente a la antigua iglesia parroquial y a la hoy plaza de don Ramón Baíllo. Sería el mejor de la provincia. Los planos, en una superficie de unos 2000 metros cuadrados, del ingeniero belga Mauricio Barbier, contemplaban, además de las dependencias propias de una institución de este tipo, cuartos de baño, una fonda para viajeros, decoración artística y lujosa sobre todo en los techos, una terraza exterior para el verano y hasta un pequeño teatro con proyector de cine. El presupuesto fue muy elevado, aunque estuvo avalado por el conde de las Cabezuelas. El traslado se hizo en 1920, pero el tremendo gasto hizo que el ya bautizado como Casino de la Concordia entrara en una difícil situación económica y que en 1926 fuera embargado en algunos de sus bienes. Y, para mayor inri, fue el propio conde, don Ramón Baíllo, quien puso la demanda. ¡Para fiarse de él!


Casino de la Concordia
Desaparecido Casino de la Concordia (Hogar del Productor), en la calle de Santa Ana


Casino de la Concordia
Posando en la nieve con el Casino de la Concordia al fondo

Pues, bien éste es el Casino De la Concordia que muchos hemos conocido, aunque sólo fuera en fotografías. El edificio, muy distinto a todo lo que había en Criptana, de estilo ecléctico historicista, tenía un aspecto casi medieval, misterioso. Como estaba retranqueado y levantado a mayor altura que el nivel de la calle, tenía espacio delante para una amplia terraza de verano, aislada a la vista y bullicio exterior, con escaleras de subida y balaustrada de piedra. La fachada principal a la calle de Santa Ana se remataba con artístico frontón, pináculos y un reloj en el centro. Pero lo verdaderamente inquietante era el torreón del lado izquierdo, con terraza en la azotea, balaustrada, pináculos e integrado en el mismo edificio. Allí estaba la Fonda Pintor, que se anunciaba, teniendo en cuenta que eran los años 20 del pasado siglo, con habitaciones independientes con timbres y luz eléctrica y cuartos de baño, con mozo y carro para maletas y hasta con coche propio a la llegada de los trenes. También tenía el Casino de la Concordia fachadas por los laterales, al ser muy bajas las casas colindantes, y en la trasera, que daba al pasaje de entrada al cine de verano Imperio.


Fonda Pintor


Casino de la Concordia
El desaparecido Casino de la Concordia visto por la parte de atrás, incluso se ve un trozo de la pantalla del Cine Imperio

Traspasando la terraza exterior y la puerta de entrada se encontraba el zaguán de distribución. Inmediatamente, el gran salón principal, que ocupaba un patio central que articulaba el edificio. Estaba cubierto con una magnifica montera de cristal con un toldo de corredera que evitaba el calor del verano. Disponía de un escenario para las actuaciones y un mobiliario compuesto por algunos divanes, veladores de hierro fundido con tapas de mármol, sillas de madera tipo thonet y un armario para guardar juegos, barajas y tapetes. Al fondo, el bar, en otro pequeño salón con algunas mesas, y más al fondo la cocina y almacén, que tenían acceso por el mismo callejón del Cine Imperio.

En el zaguán de entrada, el paso al salón biblioteca, con dos ventanas al exterior y una enorme mesa ovalada para la lectura de la prensa. Y también la escalera para el piso superior.

Arriba, otro zaguán, con entrada a dos salones y a una pequeña estancia de despacho u oficina.

En el Casino de la Concordia pasaba el tiempo el personal charlando sobre cosas de actualidad, sobre el pueblo o jugando al parchís, a la brisca o al dominó. Pero también había un reservado en uno de los salones de arriba, con varias mesas octogonales para partidas de altos vuelos, generalmente de póquer. Se hacían apuestas no precisamente con garbanzos para pagar el café. Algunos ganaron mucho dinero y otros —claro— lo perdieron. Tuvo poco recorrido, pues casi inmediatamente fue prohibido en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Siguió jugándose, incluso hasta tiempos más actuales, pero ya de tapadillo y casi siempre por la noche.


Casino de la Concordia

En el otro salón de la parte de arriba estaba el teatro y cine, que también duró poco.

Los bailes siguieron siendo uno de los fuertes del Casino de la Concordia, y tenían fama en toda la provincia. De aquellos años 20 hay un anuncio de los que se celebrarían, dado el éxito de los de Carnaval, el Domingo de Resurrección y al día siguiente, fiesta de la Virgen de Criptana. La orquesta era la del maestro Galindo, que no sé si se refiere a Ruperto Galindo, que fue director de la Filarmónica Beethoven entre 1925 y 1933 o a Manuel Galindo, el relojero, que era más joven.


Casino de la Concordia baile


Casino de la Concordia concierto

Tras el paréntesis de la Guerra Civil, todo siguió igual, sólo aparentemente, pues la inviabilidad económica del casino hizo que el Ayuntamiento, aunque con mucho secretismo, se hiciera cargo de él, tomara la propiedad, e impusiera el cambio de nombre, que pasó a ser Hogar del Productor, más acorde con el pensamiento imperante de aquellos años de dictadura. Conservó su autonomía, con una Junta directiva que tenía un cierto margen de operatividad, aunque dejó de ser tan elitista como lo había sido anteriormente Maliciosamente, algunos empezaron a llamarlo "casino de los pobres" para diferenciarlo del Primitivo, que era "el de los ricos".

Los carnavales eran una locura y un desenfreno en los dos casinos y en el Teatro Cervantes. Aquí, en la Concordia (las gentes seguían llamándolo así) triunfaron también las orquestas locales, como la Mambo y la Ritmo, que contrataban a vocalistas de género femenino y de "buen ver" para la ocasión. También Escri Kalón, Roccafloan… o más modernas como Habitación Blanca o Maestronic. No faltaban tampoco las grandes orquestas de fuera con música carnavalera y con sus vedettes y bailarinas. En la Concordia, dado los gustos de muchos de sus socios, también eran frecuentes las actuaciones de figuras de la copla y del flamenco como Tomás de Antequera o Pepe Mairena.


Casino de la Concordia. Orquesta Mambo
Orquesta Mambo con la colaboración de dos animadoras en 1956


Casino de la Concordia. Tomás de Antequera
El cantaor de Valdepeñas Tomás de Antequera en el Casino de la Concordia en Carnaval


Casino de la Concordia. Maestronic
Los Maestronic en el Casino de la Concordia

Recuerdo la tremenda cantidad de confeti que se tiraba. Éramos tan exagerados que lo vendían en sacos de arpillera para colgar al hombro, en bandolera. Igual ocurría con las serpentinas, que se lanzaban a millares. La maraña de cintas y la montonera de papelillos en el suelo era tal que impedían casi bailar o caminar. La apoteosis final llegaba con el baile de la conga —en eso poco se ha cambiado— e, irremediablemente, con Ángel Olivares Orejetas —la chunga y pitorreo era general— fumándose un puro en el escenario, bailando con las chicas gogós o animadoras y haciendo gestos inequívocos de pretender "tirárselas".


Casino de la Concordia. Orejetas
Ángel Olivares Orejetas fotografiado con varios camareros y dos animadoras de carnaval

Nunca hubo verbena ni en el Teatro ni en los casinos en Feria; se celebraba en el Parque Cine Ideal (calle de la Veracruz), retiradas las butacas, cuando ésta se montaba en la Plaza y alrededores, luego en el Parque y ahora en el Recinto Ferial. Pero sí se convocaba a la gente para grandes bailes de sociedad en el Casino de la Concordia a las doce de la mañana; era el "baile del vermut". Como se ve, ¡ahora no se ha inventado nada!

Y un espectáculo que sí hubo allí en esos días de fiesta fue nada menos que alguna velada de boxeo con chicos aficionados del pueblo o de los alrededores, organizadas por Segundo Sánchez-Gil.

Cuando a principio de los años 60 llegó la televisión, en el Hogar del Productor se habilitó un salón, la biblioteca, para ver aquel invento nuevo que hacía furor. Se llenaba hasta la bandera sobre todo cuando había retransmisiones de partidos de fútbol o de corridas de toros. También de chavalería los domingos por la tarde, con el conserje en la puerta para dejar pasar sólo a los hijos de los socios…, o colándose cuando en algún momento se distraía. Para chicas y chicos las series estrella de aquellos años eran Rin Tin Tin, El llanero solitario, Boliche y Chapinete, La perrita Marilín, Bonanza, Escala en Hi-fi

Entre 1944 y 1964 la repostería fue llevada por José Vicente Díaz Parreño y su familia; luego por los hermanos Patrulla, Ángel y Santiago. Un conserje fue Daniel, también por larga temporada, y botones, entre otros, Santos Simón, Guillermo o Melquiades Rodríguez, que estuvo sólo un año.


Casino de la Concordia. Barra bar
José Vicente Diáz Parreño (a la derecha), familia y camareros en la barra del Casino de la Concordia en unos carnavales

Pero a principio de los años 70, el Hogar del Productor tuvo que abandonar el edificio de la calle de Santa Ana. Al parecer, el Ayuntamiento, que ya venía desde tiempo atrás queriendo que de allí desapareciera, aprovecharon unas obras ilegales como pretexto para echarlos. La Junta directiva, sin el correspondiente permiso, había ordenado que se hiciera una gloria para calefacción, que tenía la boca de alimentación en el salón en el que estaba la barra del bar, y que, por no tirar algunos días bien y producir humo, se aisló con un tabique. Fue el detonante. Volvieron entonces a la calle Convento, al sitio en donde estuvieron al principio, cuando se inauguró como Círculo de Bellas Artes-la Concordia. Un año después se disolvió. Su último presidente fue José María Huertas.

El Ayuntamiento tenía en mente demoler el casino, como así fue, y unir su solar al del colindante Hogar de la Falange para construir la Casa de Cultura. Fue una verdadera lástima, una tropelía, que desapareciera tan bello edificio, uno de los mejores de Criptana y quizá de toda la provincia. Pudiera haber sido, restaurado y adecuado para esa función que buscaba el consistorio municipal, la casa ideal y representativa y no la que nos hicieron, funcional, pero fea… de cojones.

Círculo Sociedad de cazadores

Fue otro de los casinos de Criptana, muy pequeño, pero en el que se jugaba bastante. Estaba en la calle del Cardenal Monescillo 3, en la parte de arriba de una casa en la que estuvo la fábrica de chocolates de Pablo Escribano y Pablo Fernández, con tienda de ultramarinos y coloniales abajo, tienda que luego fue de Ángel Olivares Veneno y que convivió durante unos años con el casino.

A pesar de sus dimensiones relativamente reducidas, tenía bar-cafetería, muy concurrido, que hasta ponía terraza en la Plaza. Es de suponer que el tema principal de las conversaciones eran la caza y las fanfarronadas que se contaban para dar envidia al personal. Ya existía en 1948, aparece en el Anuario Comercial Manchego de 1965-1966 y poco después desapareció.


Casino Cazadores

Hoy existe una Sociedad de Cazadores Campo de Criptana, fundada en 1972, que bien pudiera ser sucesora de la de antaño, y que compagina la actividad cinegética con la conservación de la naturaleza.



El juego

En la actualidad, los juegos más habituales en los casinos son: Ruleta, Póquer, Black-Jack, Bacará, Chemin de Fer, Dados y La Boule.

Ruleta

Es el más característico de los juegos de casino. El embrujo de su movimiento, la aparente quietud del centro y la posibilidad de detenerse al azar ha impactado siempre.

Las primeras ruletas tenían 36 números (sumados dan la cifra mágica por excelencia, 666, conocida como el Número de la Bestia o del Diablo) y sólo se usaba en círculos de amistades, pues todo lo que se apostaba se daba en premios (proporción de 36/36).

A finales del siglo XIX se añadió un nuevo número, el 0, con una proporción de premios de 36/37, dejando un margen para el casino de 2,7 %. En la ruleta americana tienen incluso el doble cero, con lo cual el beneficio pasa a ser el 5,26 %.

Los elementos del juego son la propia ruleta, la bola y el tapete.


La magia de la ruleta

La ruleta es un cilindro de madera, dentro del cual gira otro cilindro de metal en el que hay 37 casillas, una para cada uno de los 36 primeros números (en un determinado orden y alternando rojos y negros) y otra para el cero.

La bola, de aproximadamente dos centímetros de diámetro, era antes de marfil y en la actualidad de teflón.

El tapete, tradicionalmente de color verde oscuro, tiene una serie de recuadros para efectuar las apuestas, que se hacen normalmente con fichas cambiables por dinero.

Para jugar, el crupier lanza la bola para que gire por un resalte interior del cilindro de madera, mientras empuja la rueda interior metálica en dirección contraria; al perder velocidad la bola cae y entra en una de las casillas correspondiente a un número, que es el ganador.

Existen varias formas de apuestas, que conllevan un determinado pago:

Apuesta Características Posición de la ficha Números cubiertos Pago
Pleno Cualquier número incluido el 0 En el centro del número
1
35 a 1
Caballo   En la línea que divide las casillas de los dos números
2
17 a 1
Calle   En el borde de la mesa justo en la fila de los tres números a los que queremos apostar
3
11 a 1
Esquina   En el centro de la cruz que divide a los cuatro números
4
8 a 1
Cuatro Apuesta a los números 0,1,2 y 3 En el borde de la mesa entre el 0 y el 1
4
8 a 1
Seisena Es como apostar a dos calles En el borde la mesa, entre las dos calles a las que queremos apostar
6
5 a 1
Columna   En las casillas "2 a 1" de la parte inferior del paño
12
2 a 1
Docena   En la primera, segunda o tercera docena
12
2 a 1
Simple Color / Paridad / Mitad En los lugares que indica el paño
18
1 a 1

Si se pregunta a un matemático cómo ganar a la ruleta en el casino dirá que es imposible, que cualquiera de los sistemas pseudo-matemáticos (martingalas) que circulan no sirve. Un físico coincidirá en la misma idea. La ruleta es puro azar por excelencia: todos los números tienen la misma probabilidad de salir y el casino obtiene extraordinarios beneficios mientras los jugadores son constantemente desplumados en un juego totalmente perdedor.

No es así como opinan los Pelayos, una familia que desde principios de los 90 ganó varios cientos de millones de pesetas en ruletas de todo el mundo. El sistema ideado por Gonzalo García-Pelayo se basa en que no existe la ruleta perfecta, que todas tienen algún tipo de imperfección que provoca el que algunos números salgan ganadores con mayor frecuencia. Tras examinar al menos 5.000 bolas (lanzamientos) sobre una determinada ruleta, analizaban los números que según un concienzudo estudio de cálculo de probabilidades habían salido más de lo normal: estos eran sin duda los ganadores.


Gonzalo García-Pelayo
Gonzalo García-Pelayo

Los casinos, obviamente, tomaron sus contramedidas contra el clan familiar, prohibiéndoles la entrada, aunque tras largas batallas judiciales, han vuelto a recobrar su derecho a jugar, ya que se ha demostrado que no hacían ningún tipo de trampas.

A Gonzalo García-Pelayo, antiguo productor musical, lo habíamos todos conocido como compañero de Moncho Alpuente en el mítico programa de televisión Mundo Pop, que se emitía cuando el régimen franquista daba sus últimos coletazos.

Póquer (en inglés, Póker)

Es el más popular de los juegos de apuesta. Básicamente consiste en que cada jugador haga combinaciones con todas o parte de sus 5 cartas ocultas, apuesten sobre una puja inicial y el que no se retire y tenga la mejor combinación se lleva el bote.

Hay muchas variantes en las reglas que suponen distintas modalidades, pero todas se juegan con la baraja francesa de 52 cartas de cuatro palos (corazones, tréboles, rombos y picas) más dos comodines.


El juego del póquer

Cada palo tiene 13 cartas cuyo valor de menor a mayor es el siguiente:


Orden del valor de las cartas de póquer

Las posibles combinaciones, en orden de mayor a menor valor, son las siguientes:

  • Escalera real. Cinco cartas de un mismo palo, empezando por el 10 hasta el As.
  • Escalera de color. Cinco cartas del mismo palo.
  • Póquer. Cuatro cartas con el mismo número o valor.
  • Full. Trío y pareja.
  • Color. Cinco cartas del mismo palo sin orden.
  • Escalera. Secuencia en orden de cinco cartas no todas del mismo palo.
  • Trío. Tres cartas del mismo número o valor.
  • Doble pareja. Dos parejas de cartas.
  • Figuras. Todas las cartas son J, Q, K o A.
  • Pareja. Dos cartas con el mismo número o valor.
  • Carta más alta. No hay ninguna combinación y el jugador con la carta de mayor valor gana.
    Una variante en las cartas de póquer es que se utilicen dos más, los llamados comodines, que pueden utilizarse para cualquier palo y valor, y que añaden una nueva combinación a las antes indicadas:
  • Repóquer. Cuatro cartas con el mismo número o valor y un comodín, que es la de más valor del juego.

Repóquer de jotas
Repoquer de jotas. El comodín sirve para suplantar a cualquier carta

Aún existiendo variaciones en el juego del póquer, éste se realiza en la mayoría de ellos de la siguiente manera:

  • El jugador siguiente al que reparte las cartas debe colocar una cantidad inicial de dinero en el centro de la mesa. Es la apuesta forzada que empieza a formar el bote que se llevará el ganador.
  • El que reparte (por turno) da el número apropiado de cartas, boca abajo, a cada jugador, empezando a repartir por el que esta a su derecha en la mesa. En un casino lo hace el crupier, pero en cada mano va corriendo el turno del primero que recibe las cartas
  • Empieza la primera ronda de apuestas o envites, en la que uno puede plantarse (retirarse del juego), igualar o aumentar las iniciales.
  • Después de un descarte, se reparten las cartas a reponer y hay nuevas rondas de apuestas hasta que los jugadores que no se van plantando deciden ver el juego por tener igualadas sus ofertas. Entonces, el jugador con la mejor combinación se lleva el bote.
  • Puede suceder que ante una apuesta elevada de un jugador (a veces de "farol", sin llevar buena jugada), todos los demás jugadores se retiren y resulte él ganador sin ninguna disputa.

Barajando y viendo la jugada
Barajando                                                             Se intuye una buena jugada

El póquer es por tanto, un desafío de uno contra todos, lo que no se da en la mayoría de juegos similares; rápido, ya que en cada mano se tiene una nueva oportunidad de ganar; no de azar puro, como pudiera ser la ruleta, y fácil de jugar en cualquier lugar, pues no necesita de gran infraestructura Todo esto hace del póquer un juego muy adictivo. Pero es además el más apreciado por los jugadores profesionales, ya que requiere de mucha concentración, observación, cálculo de probabilidades en forma rápida y especialmente del esfuerzo mental y habilidad adquirida para poder conocer a los rivales, su juego, su personalidad, su suerte, las apuestas realizadas, su cara, lo que hay en la mesa, etc. Sin olvidar poner "cara de póquer" al mismo tiempo para evitar que hagan semejante análisis con uno mismo. Todo un desafío psicológico que aumenta si los jugadores son viejos conocidos.

Blackjack, Veintiuna o Veintiuno

Es un juego que consiste en obtener de puntuación 21 mediante la suma de los valores de las cartas. Las cartas numéricas suman su valor, las figuras suman 10 y el As es un 11 (o un 1 si el once hiciera al jugador pasarse de 21 en la jugada total).

Se juega en una mesa semicircular con capacidad normalmente para 7 jugadores, cada uno de los cuales dispone de un casillero marcado en el tapete para realizar su apuesta en cada mano antes de que se ponga en juego la primera carta.

La banca reparte 2 cartas a cada jugador, que tiene la posibilidad de quedarse o seguir pidiendo, sin pasarse del 21, ya que pierde automáticamente. Gana el que tenga el número más alto o saque un black-jack (conseguir el 21 con sólo dos cartas).


Black-Jack

Por su parte el crupier tiene reglas rígidas a las que atenerse: pedir siempre que su puntación sea 16 o menor, y plantarse siempre que su puntuación alcance 17 o superior.

Aunque hay variantes en las reglas, en esencia se trata de obtener más puntuación que el crupier, intentando hacer 21 o acercándose lo más posible. En el caso de obtener mayor puntuación el jugador cobra una cantidad igual a la apostada, en el empate ni se pierde ni se gana y el black-jack se cobra a razón de 3 a 2 sobre lo apostado.

El black-jack no es un juego exclusivamente de azar. Existen estrategias matemáticas que permiten recortar la ventaja del casino. El denominado “conteo de cartas” es una técnica que consiste en no perder de vista las cartas jugadas, para establecer si entre las que quedan por jugar hay más cantidad de cartas altas o bajas, y apostar en consecuencia.

Bacarrá, Bacará o Baccarat

Se juega normalmente con seis u ocho barajas, barajadas en conjunto y repartidas a partir de un "shoe" (nombre que se da en inglés a una caja diseñada para contener varias barajas de naipes). Las figuras valen 0 puntos. Las demás cartas su valor nominal. La suma de las cartas (quitando las decenas) da la puntuación final. Con dos cartas, por ejemplo un 8 y un 7, se obtienen 8+7=15, que una vez quitada la decena se convierte en 5. El propósito del jugador es recibir cartas, siempre dadas boca arriba, que sumen cerca de 9 en comparación a aquellas que tenga la banca.


Bacarrá

Chemin de Fer o Punto y Banca

Es una variante del bacarrá en la que la banca pasa de un jugador a otro y las cartas se dan tapadas. La partida se juega en una mesa cuya forma es muy similar a la del bacarrá provista de asientos para 8, 9 ó 12 jugadores. Por lo general, el juego no comienza hasta que haya un mínimo de 5 ó 6 personas dispuestas a jugar, a diferencia del bacarrá en el que cabe la posibilidad de que un único jugador sea suficiente para que el casino abra el juego en una mesa.

Dados

Son objetos de forma poliédrica preparados para mostrar un resultado aleatorio cuando son lanzados sobre una superficie horizontal, desde la mano o mediante un cubilete. Los posibles resultados, numéricos o de otro tipo, están marcados en cada una de las caras y se eligen los que tras el lanzamiento quedan con vista hacia arriba.

Los hay de variedad de caras y formas, pero los más habituales son cubos pequeños, de entre 8 y 25 mm. de arista, y cuyas caras están numeradas de 1 a 6 mediante puntos.

Aunque generalmente se hacían de marfil o hueso, los hay también de ágata, bronce vidrio, materiales sintéticos y no faltan algunos fraudulentos con plomo en uno de sus lados.

Existe además el juego vulgar con cinco dados, que sobre una mesa y con cubilete de cuero, en tres tiradas posibles se intenta hacer una jugada de póquer.

Craps


Craps

Es un juego con dados y tal vez uno de los más espectaculares en los casinos, sobre todo americanos. No hay visión más excitante que la de una mesa de craps en plena animación, con un tirador en buena racha de suerte. Se juega con dos dados en una mesa en cuyos bordes, que sobresalen del trazado, se permite a los jugadores apoyarse. El tirador, sobre el que lógicamente se posan las miradas, tira los dados y el resto apuesta sobre el trazado a los posibles resultados. Algunos jugadores, cuando asumen el rol de tirador, interpretan un elaborado rito: se balancean de un lado a otro, mueven las manos en las formas más variadas o dirigen una súplica mágica a sus dioses de la suerte para conjurar a los dados a mostrarse en la forma más propicia. Hágase como se haga, el único requisito que se exige es el de que los dados reboten contra un panel al fondo de la mesa.

Boule (Bola)

Es un juego de mesa muy popular en los casinos por su sencillez y derivado de la ruleta. El jugador puede apostar sobre un número entero (del 1 al 9), que se paga a siete veces su valor, o sobre una suerte sencilla (rojo o negro, par o impar, pasa o falta), que se paga al mismo valor y no incorpora el 5, reservado para ganancias del casino.

La mesa del boule consta de un trazado sobre el que se fijan las apuestas y una bandeja circular o ligeramente ovalada, que permanece inmóvil, sobre la que se disponen unas pequeñas concavidades que llevan impresos los números del 1 al 9.

El juego es operado por el bouleur, quien lanza la pelota de goma de tamaño similar a una de tenis, que gira primero sobre las pendientes cóncavas de la bandeja y luego rebota de una concavidad a otra hasta detenerse en una de ellas.




Naipes

Heraclio Fournier S.A. es una conocida empresa dedicada a la fabricación de naipes, situada en Vitoria (España). La estableció don Heraclio en un pequeño taller en 1868.

En la actualidad fabrican 16 millones de barajas al año y venden sus cartas a más de 2.000 casinos en todo el mundo.


primeras cartas de Heraclio Fournier
Arriba, a la izquierda, baraja diseñada en 1877 por Emilio Soubrier e Ignacio Díaz Solano para Heraclio Fournier.
Abajo, retoques de Augusto Ríus en 1888. Primer premio en la Exposición Universal de Paris de 1889.
A la derecha, as de oros (orón) de 1889 con la propia efigie de Heraclio Fournier

De entre todos los tipos de barajas, las más utilizadas son la francesa y la española:

La baraja francesa consiste en 52 naipes repartidos en cuatro palos distintos: picas, corazones, diamantes y tréboles. Están numerados de 2 a 10, más el As representado con una A, que hace las veces de 1; después van las figuras: J (sota), Q (reina) y K (rey). Algunas barajas incluyen dos comodines.

La baraja española puede ser de 40 naipes, de 48 o de 50 —dependiendo del juego— repartidos en cuatro palos: oros, copas, espadas y bastos. La baraja de 40 cartas está numerada del 1 (As) al 7, saltando en las figuras al 10 (sota), 11 (caballo) y 12 (rey). Algunos juegos emplean la baraja española de 48 naipes, que incluye el 8 y el 9 antes de las figuras. Y la de 50, lleva dos comodines.


Baraja española
Palo de oros de una baraja española


Baraja de poquer española
Baraja de poquer a la española

En homenaje a mi abuelo Domingo, una pequeña nota sobre los solitarios, entretenimiento al que dedicó muchas horas en los últimos años de su vida, manejando las cartas con la elegancia y finura tan propios del que ha sido siempre jugador. Los hay que requieren un poco de suerte; otros, estrategia y habilidad, y los más, en fin, una combinación de todo. Y siempre son divertidos.

El más conocido es el llamado Solitario sin Ases, en el que se descartan estos naipes marcados con el 1 en la baraja española y se usan los huecos para mover las cartas en la mesa hasta colocarlas en cuatro hileras por orden correlativo y por palo.


Solitario sin Ases
Distribuidas las cartas y eliminados los ases, empieza el movimiento de las cartas

Entre los juegos de naipes más conocidos, además de los ya citados, y cuyo nombre puede variar en cada país y hasta en cada región, están: Mus, Brisca, Tute, Julepe, Pocha, Canasta, Chinchón, Cinquillo, Continental, Escoba, Bridge, Tresillo y Siete y media.

Pedro Muñoz Seca en su obra La venganza de don Mendo, nos explica genialmente las dificultades que entraña este popular juego de las Siete y media:

La venganza de don Mendo. Cartel de la película interpretada por Fernando Fernán Gómez —Las siete y media es un juego.
—¿Un juego?
—Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor
pues indica que mal tasas
y eres de otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!